Un día Dios, con ganas de ver como estaba el universo, salió de paseo por las estrellas, y así desde arriba visitar a sus creaciones, paseaba, pasó por Venus, miró la luna, rozó el sol, y se detuvo en la tierra, para mirar un poco más detalladamente que estaba pasando en ella.
Vestido con sus ropas de trabajo, sentado en una nube, transparente y callado, comenzó a mirar y a buscar indicios de nuestro estado, dentro del planeta azul, de más esta decir que él nos ve de ese modo desde el cielo, miró ciudades, ríos, calles y casas, nada escapaba de su vista, vio hombres, mujeres y niños, riendo, durmiendo, amando, trabajando, y jugando, sonaba su risa como un trueno en la noche, pero, como Dios todo lo ve, también vio entre la luz conos de sombra, de miserias humanas, dolores, pestes, hambrunas feroces, gente matando y robando, mentiras escondidas y el llanto de los niños.
Su risa ya no era un trueno de alegría, era un trueno de dolor y de tristeza, Dios que todo lo ve y todo lo sabe comenzó a bajar su cabeza buscando en ese acto una respuesta a esta dualidad que veía en el planeta azul, y decía en voz alta:
¡Tienen todo, pueden sentir, pensar, buscar, tienen el don de la imaginación! Tienen Alma!! pueden amar, y tienen la vida para ser únicos e irrepetibles, ¿Qué les pasa? ¿por que tanto dolor al crecer? ¿Porque el Bien y el Mal?…
Tan metido en su pensamiento estaba que no se dio cuenta que el Viento del Norte, ese aliado incondicional de la locura humana había comenzado a silbar su tonada de viento, y la nube donde estaba sentado Dios ya estaba a pocos metros del suelo, casi rozando los arboles, tampoco vio que Destino, tan poco serio como de costumbre, amigo de Caminos y Aprendizajes estaba ya parado detrás de un cansado ser humano ayudándolo a voltear la cabeza y torcer el cuello hacia arriba tratando que pudiera ver a Dios, hablando solo, sentado en la nube, con los pelos revueltos por el viento.
Destino ya casi había conseguido que aquel ser mirara hacia arriba, a pocos metros de donde estaba Dios…
Dios miró la situación, y comenzó a reír y a reír.
El hombre ya puesto en su Destino miró hacia arriba, vio algo especial, sintió soledad de estar muy solo, miedo por su poca sabiduría, duda de ver lo que no comprendía, su corazón galopaba velozmente, sintió ternura por la nube agitada más sola que él en el cielo, sintió alegría por el viento que jugaba con su cuerpo, y como por arte de magia, su soledad ya no era tanta, su miedo ya no causaba dolor, comenzó a tener esperanzas, sentía ya lejos de su corazón las dudas, el hombre llegó a ese lugar buscando respuestas a su vida, buscando encontrarlas en el cielo, buscando encontrar a Dios al levantar su vista, sentía la intima necesidad de que El le explicara el porque de tanto camino, de tantas perdidas y tanto dolor, buscaba a Dios y a sus respuestas y solo encontró una nube en el cielo, que sin saber por que lo colmó de felicidad.
Cuentan que aquel ser humano bajó la vista, sonrío, y dentro de su alma pensó: ¡¡ Será la próxima vez, seguro que la próxima ves lo veré!! dio vuelta y caminó lleno de una nueva esperanza, solo Dios sabe porque caminos nuevos iría.
Comenzó a silbar un viento del norte muy fuerte y cuando estaba el hombre a pocos metros de la nube se sintió un trueno muy fuerte. que el hombre juraría que parecían carcajadas…