
Desde los niveles internos, las Jerarquías espirituales trabajan incesantemente para favorecer el despertar de la luz en el interior de los seres humanos. Su objetivo no es formar devotos que sigan pasivamente sus instrucciones. Trabajan por el desenvolvimiento de la consciencia, por la dinamización del intelecto superior, por el crecimiento de seres que puedan reflejar las energías creadoras que guardan en su interior.
Especialmente en la fase actual, los estímulos que las Jerarquías envían al planeta facilitan la integración del corazón con la mente. La comprensión sintética de los hechos de la vida, comprensión que no se confunde con apariencias ni con cosas efímeras, depende de esta integración. Cuando la sensibilidad para percibir el estado real de las criaturas y del universo, y la capacidad organizadora de la mente se funden y se dejan guiar por la luz interna, entonces surge la mejor conducta que debemos seguir, la más adecuada y evolutiva.
Existe una única manera de que la armonía se establezca sobre la Tierra: la integración y la elevación de la mente y del corazón de cada individuo. En los niveles superiores de la consciencia se encuentra la verdad, que tiene en cuenta el bien general. Entre los que alcanzaron esos niveles no hay posibilidad de equívocos: prevalece la unidad del propósito.
Ante la vastedad de los horizontes que esa integración descubre, hay que estar dispuesto a renunciar a aquello que encadena la consciencia a viejas formas de ser y de comprender. También hay que renunciar al hábito de criticar y a la tendencia a cristalizarse en conductas del pasado. El proceso de fusión de la mente y del corazón es libertador: permite una constante renovación, una constante ampliación del potencial de servicio a los semejantes.
Un número cada vez mayor de seres humanos, movidos por los impulsos de las Jerarquías, ya comienza a desarrollar esa visión más universal. Se van dando cuenta de la interdependencia entre los reinos de la naturaleza. Esto aumenta sus oportunidades de actuar positivamente para establecer patrones de vida superiores. A medida que se elevan, se sienten insatisfechos al notar el progresivo deterioro de la existencia del entorno. Saber que la paz sólo se establecerá sobre la Tierra cuando esté viva dentro de la mayoría de los hombres, hace que se expandan sus límites y que busquen compartir lo mejor de lo que brota del mundo interior.
Extraído del boletín Señales de Figueira
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