
La Psicoterapia holística se desarrolla considerando al ser humano como un todo, es decir, tomamos en cuenta la dimensión física, lo referido a nuestra mente, nuestras emociones, nuestro espíritu y nuestra energía.
Se trabajan para sanar a la persona, para que se sienta en armonía, atendiendo las particularidades de cada individuo.
De este modo, se ayuda a que cada uno pueda conectarse con sus partes más sanas, y así poder resolver dificultades, problemas, bloqueos, transformando vivencias y emociones.
Se acerca otra lupa con que mirar la realidad, su realidad, nuestra realidad, potenciando al máximo sus posibilidades de acción.
El procedimiento se centra en la conexión con la alegría, el amor, y el disfrute. Pasado, presente y futuro, son abordados desde un enfoque más amplio, en el cual intervienen todos nuestros aspectos sanos en su máxima potencia.
La finalidad es alinear la energía de la persona para que se sienta mas a gusto consigo misma, y desde allí, pueda conectarse con el mundo exterior, desde un lugar más sano, comprometido, y sobre todo de disfrute por la vida.
Puede brindar herramientas para transitar la vida de manera más serena, transformando la culpa en responsabilidad, el ego en autoestima, y sobre todo el miedo en energía libre para posibilitar vivir experiencias gratificantes.
En el aquí y ahora todos tenemos posibilidades de sanarnos, disfrutar, transformarnos a cada instante, ser inquietos, reflejar ganas de vivir, eser coherentes entre lo que pensamos y sentimos, y fundamentalmente amarnos como somos.
Cuando llega una persona a la consulta, siempre más allá del motivo que la trae, se puede evidenciar una falta de amor a sí mismos, con insatisfacción y recorridos que terminan siendo truncos, frustrándonos cada día un poco más.
Si bien se pueden dar muchas respuestas de posibles alternativas para conectarlo con su ser, lo más interesante es arrancar, ayudando a la persona a salir de este brete, que nos genera la vida diaria, de vivir en la filosofía de la sopa instantánea, concepto que me gusta mucho utilizar. El mismo lo escuché de un psicólogo, Marcelo Rafe, en una entrevista que le hicieron en una FM, donde hablaban de deportes.
Mi postura desde otro ámbito, es la misma que la de él, sin un esfuerzo no hay resultados.
La sopa instantánea nos saca del paso, pero no nos nutre.
Si queremos vivir en armonía, tenemos que trabajar por ella todos los días.
Yo siempre les digo a las personas que me consultan, que los voy a ayudar a recorrer un camino, pero soy solo facilitadora, quienes harán el gran trabajo son ellos.
Entre sesión y sesión se les proponen tareas pequeñas para que hagan durante la semana, para no desconectarse del trabajo interno que hacemos. De este modo nos aseguramos que se fortalezca la relación con uno mismo, desde diferentes áreas. Así puedo citar varios ejemplos para que puedan comprender que la terapia no se trata de venir a quejarse de lo que me hacen o lo que me sale mal.
Una de las tareas que más me gusta que hagan porque nos brinda mucho material para trabajar la interioridad de cada uno es escribir su autobiografía, confeccionar un mural con fotos o palabras recortadas de revistas, donde divididos en columnas identifiquen su pasado, presente y futuro, traer una canción o libro que identifique el momento por el cual están pasando y se expresen sus sentimientos o vivencias, visualizaciones, técnicas de PNL, mirar alguna película que podemos usar como disparador para trabajar algún tema en particular, etc.
Otro ejercicio que aporta mucho para saber como estamos viviendo nuestra vida, es que hagan un trabajo de escucharse cuando interactúan con los otros, o incluso cuando construimos los pensamientos, para saber que palabras solemos usar, como y donde colocamos los no o sí en nuestro discruso, etc.
Sirve de mucho, porque lo que suele suceder es que no tomamos conciencia de cuantas veces usamos el no, o expresiones que tienden a lo negativo, en el lugar de armar expresiones donde ssaquemos lo positivo de cada situación, sea esta placentera o displacentera.
Un claro ejemplo es que siempre se escuchan frases como: no puedo acostarme temprano y después estoy muy cansada; en ese caso, deberíamos decir: me acuesto tarde y por eso después estoy más cansada.
Es bastante frecuente que hablemos en negativo y por eso energéticamente la armonía baja su frecuencia. Tal es así, y estamos tan acostumbrados a manejarnos con estos parámetros, que hacemos nuestros pedidos con interferencias energéticas.
Un claro ejemplo es cuando escribimos un deseo como: no quiero vivir más en esta casa. Lo correcto sería escribir: pido a… que cuando esté preparado viva en una casa… así o asá.
Como bien se puede leer, hay un abanico de recursos con los que se puede trabajar.
Todo dependerá con las actividades que se sienta mas cómoda la persona que consulta.
Siempre se respeta la individualidad, el sistema de creencias, y fundamentalmente reina una premisa que nunca falta: todo lo que no daña, en algún aspecto nos hace bien.
Por eso, insisto en que podamos ser capaces de reconocer que de todas las experiencias podemos extraer un aspecto que nos ayuda a crecer, o nos aporta material para nuestros darnos cuenta, o nos ayuda a concientizar aspectos muy nuestros, que los tenemos negados, y que por suerte, somos capaces de mostrar a los otros. De esa forma vuelven a nuestra vida, para ser exprimentados y trabajados de diferentes formas.
El trabajo de los terapeutas es brindar herramientas de todo tipo, para que las carencias, sean semillas de las cuales emergen los aspectos amorosos.
Siempre hay recursos internos con los cuales se puede hacer un trabajo muy rico, todo es cuestión de que nos animemos a bucear en nuestra interioridad y los podamos descubrir, para transformarlos en nuestra riqueza, o tesoro de nuestras vidas.
Es un aprendizaje muy interesante, que nos va a servir porque justamente en la vida, siempre tenemos que estar dispuestos a hacer reajustes, para enfrentar los cambios que se van suscitando, y esto va mas allá de nuestra voluntad, sencillamente suceden, y está bien que se den de este modo, porque eso significa que estamos vivos.
por Lic. Carolina Buceta