
La Gran Invocación es simultáneamente una plegaria, una técnica de alineamiento, una fórmula de meditación y una invocación mántrica por Luz y Amor, que evoca una respuesta. Personifica la intención divina y resume el propósito del Plan para la Humanidad. El pensamiento concentrado, meditativo, puede revelar la idea abstracta subyacente en la Invocación. Puede dirigirnos a nuevos niveles y dimensiones del pensamiento.
Esta Invocación no pertenece a una persona o grupo alguno, pertenece a toda la Humanidad. La belleza y la fuerza de esta Invocación reside en su sencillez y en que expresa ciertas verdades esenciales que todos los hombres aceptan innata y normalmente: la verdad de la existencia de una inteligencia básica a la que vagamente damos el nombre de Dios; la verdad de que vino a la Tierra una gran individualidad, llamada el Cristo por los Cristianos, que encarnó el Amor para que pudiéramos comprenderlo; la verdad de que el amor y la inteligencia son ambos, efectos de la voluntad de Dios; la verdad evidente de que el Plan divino sólo puede desarrollarse a través de la Humanidad misma.
Die Groot Invokasie
Uit die punt van Lig
in die Denke van God
Laat Lig in die denke
van die mens instroom.
Laat Lig op die Aarde
neerdaal.
Uit die Punt van Liefde
in die Hart van God
Laat Liefde in die hart
van die mens instroom.
Mag Christus na die Aarde
terugkeer.
Uit die sentrum waar
God´s Wil bekend is
Laat doelgerigtheid die
menslike wil lei –
Die doel wat die Meesters
ken en dien.
Uit die sentrum wat ons
die mensdom noem
Laat die Plan van liefde en
Lig uitwerk
En die poort verseel
waar die bose won
Laat lig en Liefde en
Krag die plan op die
Aarde herstel.
La Grande Invocation
Du point le Lumière dans la Pensée de Dieu
Que la lumière afflue dans la pensée des hommes.
Que la lumière descende sur la terre.
Du point d’Amour dans le Coeur de Dieu
Que l’amour afflue dans le coeur des hommes.
Puisse le Christ revenir sur terre.
Du centre où la Volonté de Dieu est connue
Que le dessein guide le faible vouloir des hommes,
Le dessein que les Maitres connaissent et servent.
Du centre que nous appelons la race des hommes
Que le Plan d’Amour et de Lumière s’épanouisse,
Et puisse-t-il sceller la porte de la demeure du mal.
Que Lumière, Amour et Puissance
restaurent le Plan sur la terre.
The Great Invocation
From the point of Light in the Mind of God
Let Light stream forth into the mind of men;
Let Light descend on Earth.
From the point of Love within the Heart of God
Let Love stream forth into the hearts of men;
May Christ return to Earth.
From the centre where the Will of God is known,
Let purpose guide the little wills of men;
The purpose which the Masters know and serve.
From the centre which we call the race of men,
Let the Plan of Love and Light work out
And may it seal the door where evil dwells.
Let the Light and Love and Power
restore the Plan on Earth.
La Grande Invocazione
Dal punto di Luce entro la Mente di Dio
Affluisca luce nelie menti degli uomini.
Scenda Luce sulla Terra.
Dal punto di Amore entro il Cuore di Dio
Affluisca amore nei cuori degli uomini.
Possa Cristo tornare sulla Terra.
Dal centro ove il Volere di Dio è conosciuto
Il proposito guidi i piccoli voleri degli uomini;
Il proposito che i Maestri conoscono e servono.
Dal centro che vien detto il genere umano
Si svolga il Piano di Amore e di Luce.
E posa sbarrare la porta dietro cui il male risiede.
Che Luce, Amore e Potere
Ristabiliscano il Piano sulla Terra.
A Grande Invocação
Do ponto de Luz na Mente de Deus,
Flua Luz às mentes dos homens;
Que a Luz desça à Terra.
Do ponto de Amor no Coração de Deus,
Flua o Amor aos corações dos homens;
Que o Cristo volte à Terra.
Do Centro onde a Vontade de Deus é conhecida,
Guie o Propósito as pequenas vontades dos homens,
O Propósito que os Mestres conhecem e servem.
Do Centro a que chamamos raça dos homens
Cumpra-se o Plano de Amor e Luz
E mure-se a porta onde mora o mal.
Que a Luz, o Amor e o Poder
restabeleçam o Plano na Terra.
por habernos enviado la traducción
Världens nya Acalan
Fran Ljusets källa Guds Tankevärld
Lat ljuset strömma in i människornas tankar.
Lat Ljuset sänka sig til Jorden.
Fran Kärlekskällan i Guds Hjärteglöd
Lat kärlek strömma in i människornas hjärtan.
Träd fram, o Kristus, pa var Jord.
Fran det centrum där Guds Vilja är känd
Lat malmedveten kraft leda människornas sma viljor
Mot mal som Mästaren vet och tjänar.
Fran det centrum vi kallar människosläktet
Lat Kärlekens och Ljusets Plan fullbordas.
Och ma den sluta porten till det onda.
Lat Kärlek, Ljus och Kraft
aterställa Planen pa ver Jord.
ORIGEN DE LA GRAN INVOCACIÓN
El hombre invoca el acercamiento divino de diferentes maneras: por el llamadoincipiente, inexpresado e invocador de las masas, también por la invocaciónplaneada y definida de los aspirantes de ideas y orientación espirituales y del trabajador inteligente y convencido.
Poca atención se ha puesto sobre el factor invocación, como lo expresan los pueblos del mundo; no obstante, en el transcurso de las edades, el llamado invocador de la humanidad se ha elevado hasta la Jerarquía y ha traído respuesta.
Lo ilustra la declaración espiritual de Shri Krishnam expuesta en El Canto del Señor, el Bhagavad Gita; fue la enunciación que previno la venida de Cristo. En ese Canto él dice:
«Siempre que haya un quebrantamiento de la Ley y un surgimiento de la ilegalidad en todas partes, entonces Yo me manifiesto. Para la salvación de los justos y la destrucción de los que hacen el mal, para el firme establecimiento de la Ley, Yo vuelvo a nacer edad tras edad.«
En la época licenciosa y en el maligno período del Imperio Romano, vino Cristo.
Otro ejemplo de una invocación notable y muy antigua lo tenemos el Gayatri, donde la gente invoca al Sol con las siguientes palabras:
«Descúbrenos la Faz del verdadero Sol espiritual, oculta por un disco de luz dorada, para que conozcamos la Verdad y cumplamos con nuestro deber, a medida que nos acercamos a Tus sagrados pies.«
Agreguemos también a ello las Cuatro Nobles Verdades enunciadas por Buda, conocidas por todos nosotros, puesto que sintetizan las causas y fuentes de todas las dificultades que preocupan a la humanidad.
Existen muchas traducciones de estas verdades; todas indican el mismo anhelo, llamado y significado.
Durante la Dispensación Judía se hizo una declaración referente a la conducta humana en las palabras de los Diez Mandamientos; sobre éstos se ha basado la ley humana y también se han fundado leyes que rigen las relaciones de los pueblos occidentales. Luego vino Cristo y nos dio la Ley fundamental del Universo, la Ley del Amor, y también la oración del Señor (Padre Nuestro), con énfasis sobre la paternidad de Dios, el advenimiento de Su reino y el establecimiento de rectas relaciones humanas.
La humanidad se encuentra hoy en un peculiar y excepcional punto medioentre un pasado desventurado y un futuro lleno de promesas, siempre que se reconozca la reaparición de Cristo y se lleve a cabo la preparación para Su venida.
El presente está lleno de promesas y también de dificultades; actualmente y en el presente inmediato la humanidad tiene en sus manos el destino del mundo o -si puede expresarse así, con toda reverencia- la actividad inmediata de Cristo.
La agonía de la guerra y la angustia de todo el género humano condujo al Cristo, en 1945, a tomar una gran decisión, manifestada en dos declaraciones importantes.
Anunció a la Jerarquía espiritual y a todos Sus servidores y discípulos de la Tierra, Su decisión de surgir nuevamente y establecer contacto físico con la humanidad, si llevaba a cabo las etapas iniciales para el establecimiento de rectas relaciones humanas; luego dio al mundo (para ser recitada por el «hombre de la calle») una de las más antiguas plegarias conocidas, pero hasta ahora sólo de la ha permitido utilizar a los Seres más excelsos.
Se dice que él mismo la recitó por primera vez en 1945 durante la Luna llena junio, conocida como la Luna llena de Cristo, así como la Luna llena de mayo es la del Buda.
No fue fácil traducir estas frases antiguas, (tan antiguas que no tienen fecha ni antecedente alguno), en palabras modernas, pero ello se ha hecho, y la Gran Invocación eventualmente será una plegaria mundial.
El pensamiento humano es tan reaccionario que, evocará la crítica, la afirmación de que constituye aun de las más grandes plegarias mundiales, a la par de otras expresiones verbales del deseo y de intención espirituales.
Ello no tiene importancia. Solamente unos pocos -muy pocos- emplearon el Padre Nuestro en los primeros días del cristianismo, porque era necesario registrarlo y expresarlo en términos comprensibles, y traducirlo adecuadamente. Este esfuerzo llevó siglos.
Tenemos hoy todos los medios para divulgar la Gran Invocación.
EMPLEO Y SIGNIFICADO DE LA LA GRAN INVOCACIÓN
La belleza y la fuerza de ésta Invocación reside en su sencilléz y en que expresa ciertas verdades esenciales, que todos los hombres aceptan innata y normalmente la verdad de la existencia de una Inteligencia básica a la que vagamente damos el nombre de Dios; la verdad de que detrás de todas las apariencias externas, el Amor es el poder motivador del Universo; la verdad de que vino a la Tierra una gran Individualidad, llamada Cristo por los cristianos, que encarnó ese amor para que pudiéramos comprenderlo; la verdad de que el amor y la inteligencia son ambos, efectos de la Voluntad de Dios; y finalmente la verdad evidente de que el Plan Divino sólo puede desarrollarse a través de la humanidad misma.
Toda la Invocación se refiere a ese inminente, influyente y revelador depósito de energía, causa inmediata de todos los acontecimientos sobre la Tierra, que indican el surgimiento de algo nuevo y mejor; éstos acontecimientos demuestran el avance de la conciencia humana hacia una mayor luz.
Por lo general, el llamado invocador ha sido hasta ahora de naturaleza egoísta y formulado momentáneamente. Los hombres oraron para sí mismos; invocaron la ayuda divina para quienes ellos amaron, y dieron a sus necesidades fundamentales una interpretación material. Esta Invocación es una plegaria mundial, no contiene ninguna demanda personal ni anhelo invocador transitorio; expresa la necesidad de la humanidad y supera todas las dificultades, dudas e interrogantes, llegando directamente a la Mente y al Corazón de Aquel en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Aquel que permanecerá con nosotros hasta el fin de los tiempos y «hasta que el último cansado peregrino haya encontrado su camino al hogar».
Que afluya luz a las mentes de los hombres;
Que la Luz descienda a la Tierra.
Las primeras tres líneas se refieren a la Mente de Dios como punto focal para obtener luz divina. Esto concierne al alma de todas las cosas. El término alma con su máximo atributo de iluminación, incluye al alma humana y a ese punto culminante que consideramos como el alma «influyente» de la humanidad, que aporta luz y difunde la iluminación. Es necesario tener presente que la luz es energía activa.
Cuando invocamos la Mente de Dios y decimos: «Que afluya luz a las mentes de los hombres, que la luz descienda a la Tierra«, expresamos una de las grandes necesidades de la humanidad y -si la oración y al plegaria encierran algún significado- la respuesta vendrá con toda seguridad y certeza. Cuando lo pueblos, en todo momento, en todas las circunstancias y en todas las épocas, sienten la necesidad de implorar a un Centro espiritual invisible, podemos tener la plena seguridad de que dicho centro existe. La invocación es tan antigüa como la humanidad misma.
Cristo dijo que los hombres «prefieren la oscuridad a la luz, porque sus obras son malas». Sin embargo, la gran belleza incipiente del momento actual reside en que la luz llega a todo lugar oscuro, y nada de lo que está oculto quedará sin revelar. Los pueblos reconocen la oscuridad y al miseria actuales, y por consiguiente dan la bienvenida a la luz. Una de las mayores necesidades actuales consiste en iluminar las mentes humanas a fin de que vean las cosas tal cual son y comprendan los correctos móviles y la forma de establecer rectas relaciones humanas. En la luz que trae la iluminación, eventualmente veremos la luz, y llegará el día en que millares de los hijos de los hombres e innumerables grupos, podrán decir con Hermes y con Cristo: «Yo soy (o somos) la luz del mundo«.
Que afluya amor a los corazones de los hombres;
Que el Cristo retorne a la Tierra.
Las tres líneas de la segunda estrofa conciernen al Corazón de Dios y se refierne al punto focal de amor. El «corazón» del mundo manifestado es la Jerarquía espiritual -ese gran agente que transmite amor a todas las formas de la manifestación divina.
Amor es una energía que debe llegar a los corazones de los hombres y fecundar a la humanidad con la cualidad de la comprensión amorosa; cuando el amor y la inteligencia se unen, se dice que expresan eso.
Cuando los discípulos estén activos y sean reconocidos por Cristo, llegará el momento en que nuevamente él podrá caminar abiertamente entre los hombres; podrá ser reconocido públicamente y realizar así Su tarea en los niveles externos e internos de la vida. Al despedirse de sus discípulos, Cristo les dijo: «Estaré siempre con vosotros, aún hasta el fin de la era«.
Cuando Cristo venga florecerá activamente la conciencia crística entre los hombres; liberará en el mundo de los hombres la potencia y la energía característica del amor intuitivo. La distribución de esta energía de amor traerá dos resultados:
Primero, la energía activa de la comprensión amorosa iniciará una enorme reacción contra el poder del odio… El odio, la separatividad y la exclusión, serán considerados como el único pecado, pues se reconocerá que los denominados pecados derivan del odio o de su consecuencia, la conciencia antisocial.
Segundo, innumerables hombres y mujeres de todos los países, se unirán en grupos para promover la buena voluntad y establecer rectas relaciones humanas. Su número será tan grande que, de una minoría pequeña y relativamente importante, se transformará en la más grande e influyente fuerza del mundo.
Que el Propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres;
El Propósito que los Maestros conocen y sirven.
En las tres líneas de la tercer estrofa tenemos una plegaria para que la voluntad humana pueda estar de acuerdo con la voluntad divina, aunque no sea comprendida. Estas tres líneas indican que la humanidad no puede captar todavía el Propósito de Dios, ese aspecto de al voluntad divina que busca inmediata expresión en la Tierra. Debido a que el Propósito de la Voluntad de Dios trata de ejercer influencia sobre la voluntad humana, indudablemente se expresa en términos humanos de buena voluntad, viviente determinación o firme intención de establecer rectas relaciones humanas.
La voluntad divina, tal como esencialmente es, sigue siendo el gran misterio. Aún Cristo Mismo luchó con el problema de la voluntad divina, y se dirigió al Padre en el preciso momento que comprendió, por primera vez, la extensión y complejidad de Su misión como Salvador del mundo. Entonces exclamó: «Padre, no mi voluntad sino la Tuya sea hecha.» Estas palabras significaron el abandono de los medios según los cuales él trataba de salvar a la humanidad.
Le señalaron lo que pudo aparentar en esos momentos en evidente fracaso, y que Su misión no fuera cumplida. Esperó casi dos mil años para llevar a la fructificación esa misión. él no puede proseguir con Su misión asignada sin la acción recíproca de la humanidad.
Esta invocación, peculiar y esencialmente es el propio mantram de Cristo que, al ser pronunciado por él y utilizado por al Jerarquía espiritual, su «sonido» se ha difundido por el mundo. Sus palabras deben ser difundidas ahora en el mundo, mediante su pronunciación, por los hombres de todas partes, y su significado debe ser expresado por las masas, a su debido tiempo. Entonces Cristo podrá «descender a la Tierra» nuevamente y «ver los afanes de Su alma y quedar satisfecho».
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle la puerta donde se halla el mal.
En las tres líneas de la cuarta estrofa, se invocan los tres aspectos o potencias de la Mente, el Amor y la Voluntad, indicando que estos poderes se han introducido en la humanidad, en «el centro que llamamos la raza de los hombres«. Sólo en él pueden expresarse, en tiempo y espacio, las tres cualidades divinas y hallar su realización; sólo en él puede nacer verdaderamente el amor, actuar correctamente la inteligencia y la Voluntad de Dios demostrar su efectiva voluntad al bien. Por medio de la humanidad, sola y sin ayuda (excepto la que brinda el espíritu divino de cada ser humano), puede ser sellada «la puerta donde se halla el mal.»
La última línea de la cuarta estrofa quizás necesite una explicación. Es una manera simbólica de expresar la idea de hacer inactivos e ineficaces los malos propósitos. No existe un lugar especial donde reside el mal; el Libro de las Revelaciones del Nuevo Testamento habla del mal, de la destrucción del demonio y hacer impotente a Satanás.
La humanidad mantiene abierta «la puerta donde se halla el mal» por sus deseos egoístas, odio y separatividad, por su codicia y sus barreras raciales y nacionales, por sus bajas ambiciones personales y por su afición al poder y a la crueldad. A medida que la buena voluntad y la luz afluyan a las mentes y corazones de los hombres, las malas cualidades y energías dirigidas que mantienen abierta la puerta del mal, cederán su lugar al anhelo de establecer rectas relaciones humanas, a la determinación de crear un mundo mejor y más pacífico y a la expresión muncial de la voluntad al bien. A medida que estas cualidades sustituyan a las viejas e indeseables, la puerta donde se halla el mal, lenta y simbólicamente, se cerrará por el simple peso de la opinión pública y el correcto deseo humano. Nada podrá evitarlo.
Así se restaurará el Plan original sobre la Tierra. Simultáneamente, se abrirá ante la humanidad, la puerta al mundo de la realidad espiritual y se cerrará aquella donde se halla el mal. Así, mediante «el centro que llamamos la raza de los hombres«, el Plan de Amor y de Luz se restablecerá y asestará el golpe mortal al mal, al egoísmo y a la separatividad, quedando sepultados para siempre en una tumba sellada; así también el Propósito del Todo Creador será cumplido.
Es evidente que las tres primeras estrofas o versículos invocan, demandan o apelan a los tres aspectos universalmente reconocidos de la vida divina -la Mente de Dios, el Amor de Dios y la Voluntad o Propósito de Dios; la cuarta estrofa señala la relación de la humanidad con estas tres energías de inteligencia, amor y voluntad, y la profunda responsabilidad de la raza humana de complementar la difusión del amor y la luz sobre la Tierra a fin de restaurar el Plan. Este Plan exhorta a la humanidad a manifestar Amor e insta a los hombres a «dejar brillar su luz». Luego viene la solemne y final demanda de que este «Plan de Amor y Luz», desarrollándose a través de la humanidad, puede «sellar la puerta donde se halla el mal«.
La última línea contiene al idea de restauración, e indica la tónica para el futuro; que llegará el día en que la idea original de Dios y Su intención inicial ya no serán frustradas por la maldad y el libre albedrío humanos -materialismo y egoísmo puros; entonces, debido a los cambios producidos en los corazones y metas de la humanidad, el Propósito divino será cumplido.
UN SIGNIFICADO MÁS PROFUNDO
Si se divulga ampliamente esta Gran Invocación, podrá ser para la nueva religión mundial lo que el Padre Nuestro ha sido para la cristiandad, y el Salmo 23 para el judío espiritual.
Existen tres tipos de acercamientos a esta gran Plegaria o Invocación:
- El público en general.
- Los esoteristas, o los aspirantes y discípulos del mundo.
- Los Miembros de la Jerarquía.
Primero, el público en general, la considerará como plegaria a Dios Trascendente, aunque no lo reconozca como Inmanente en Su creación, y la elevará en alas de la esperanza -esperanza de luz, de amor y de paz, que todos anhelan incesantemente. También será considerada como plegaria para iluminar a los gobernantes y dirigentes de todos los grupos que manejan los asuntos mundiales; como ruego para que haya amor y comprensión entre los hombres y vivan mutuamente en paz; como demanda para cumplir la voluntad de Dios -sobre la cual la gernte nada sabe y considera tan inescrutable y omnicluyente que se resigna a esperar y creer; como invocación para fortalecer el sentido de responsabilidad humana, a fin de que los males actuales -que tanto angustian y confunden a la humanidad- puedan ser eliminados y refrenada esa indefinida fuente del mal; finalmente será considerada como oración para restablecer una condición primordial, también indefinida, de beatífica felicidad y desaparición de todo sufrimiento y dolor en la Tierra. Todo esto es bueno y útil para los pueblo y es lo único que puede efectuarse en forma inmediata.
Segundo, los esorteristas, los aspirantes y quienes están espiritualmente orientados, lograrán un acercamiento más profundo y comprensivo. Reconocerán el mundo de las causas y a quienes se hallan subjetivamente detrás de los asuntos mundiales, los Dirigentes espirituales de nuestra vida. Ellos están preparados para alentar e indicar, a quiéne posean verdadera visión, no sólo la razón de los acontecimientos suscitados en los distintos sectores de la vida humana, sino también a la luz. Si se adopta esta actitud fundamental, será evidente la necesidad de difundir ampliamente los hechos subyacentes, iniciándose una era de divulgación espiritual, ideada por los discípulos y llevada a cabo por los esoteristas. Esta era comenzó en 1875 cuando se proclamó la realidad de la existencia de los Maestros de Sabiduría, prosperando a pesar del escarnio, la negación y las erróneas interpretaciones de dicha realidad. Ha sido de gran utilidad el reconocimiento de la naturaleza sustancial del lo que puede ser corroborado y la respuesta intuitiva de los estudiantes esotéricos y de muchos intelectuales de todo el mundo.
Un nuevo tipo de místico está surgiendo; difiere de los místicos del pasado porque se interesa en forma práctica de los acontecimientos mundiales y no únicamente por las cuestiones religiosas eclesiásticas; se caracteriza por la falta de interés en su desarrollo personal, por su capacidad para ver a Dios Inmanente en todo credo, no sólo en su propia y determinada creencia religiosa, y también por al capacidad de vivir su vida a la luza de la divina Presencia. Todos los místicos han podido hacerlo en mayor o menor grado, pero el místico moderno es capáz de indicar a los demás, con toda claridad, las técnicas a seguir en el Sendero; combina mente y corazón, inteligencia y sentimiento, más una percepción intuitiva de que hasta ahora carecía. No sólo la luz de su propia alma sino también la clara luz de la Jerarquía espiritual, iluminan ahora el camino del místico moderno, y esto irá acrecentándose.
Tercero, los pueblos y los aspirantes mundiales en sus diversos grados, tienen, entre ellos, quienes se destacan de lo común porque poseen una profunda visión y comprensión; ocupan la «tierra de nadie» entre las masas y los esoteristas por un lado, y los Miembros de la Jerarquía por otro, los cuales emplean también la Gran Invocación, pues no pasa día sin que Cristo Mismo la recite.
El empleo de esta Invocación o Plegaria, más la acrecentada expectativa por la venida de Cristo, ofrecen hoy la máxima esperanza para la humanidad. Egregios Hijos de Dios siempre vendrán, y Aquel a quien todos los hombres esperan, está en camino.
INVOCACIÓN Y ORACIÓN
La ciencia de invocación constituye, en realidad, la organización inteligente de la energía espiritual y de las fuerzas del amor, y éstas, a ser efectivas, evocarán la respuesta de Seres espirituales que pueden trabajar abiertamente entre los hombres y establecer así una estrecha relación y constante comunicación entre la humanidad y la Jerarquía espiritual.
Podría decirse que la invocación es de tres tipos.
Tenemos la demanda masiva, expresada inconscientemente, y el angustioso llamado, proveniente de los corazones de los hombres, en los momentos de crisis como el actual. Este grito invocador se eleva incesantemente de todos los que viven en medio del desastre; va dirigido a ese poder, fuera de sí mismos, y sienten que puede y debería venir en su ayuda en los momentos de aguda necesidad.
Esta gran y silenciosa invocación se eleva hoy en todas partes. Tenemos luego el espíritu invocador, evidenciado por los hombres sinceros que participan en los ritos de su religión y aprovechan la oportunidad de la adoración y oración unidas, para presentar ante Dios sus demandas de ayuda. Este grupo, sumado a la masa, crea un gran grupo de invocadores, que en la actualidad evidencia grandemente su intención masiva y eleva su invocación hasta al Altísimo.
Tenemos finalmente, los discípulos entrenados y los aspirantes del mundo que, al utilizar ciertas combinaciones de palabras, algunas invocaciones cuidadosamente definidas, enfocan el grito y el llamado invocador de los otros dos grupos, proporcionándoles correcta dirección y poder.
Estos tres grupos están, consciente o inconscientemente, entrando actualmente en actividad, y su esfuerzo unido garantiza la resultante evocación.
Por la oración invocadora o aspiración -no importa qué palabras se empleen- son extraídas y puestas en actividad las energías espirituales, y mediante el claro pensar, el pensamiento dirigido y la percepción mental, pueden transformarse en objetivos del deseo humano.
Esta Invocación es esencialmente una plegaria que sintetiza el deseo más elevado, la aspiración y la demanda espiritual del alma misma de la humanidad, debiendo utilizarse así.
Cuando la emplea el discípulo entrenado o el aspirante en entrenamiento, asume la actitud de meditación, es decir, una actitud de concentración, dirección y receptividad espiritual. Entonces ora.
Asume la actitud de meditación (actitud mental interna y de firme confianza), pero emplea el método de la oración, medio potente para establecer y mantener correctas relaciones humanas y espirituales. Cuando se halla en actitud de meditación y utiliza la herramienta de la oración (mediante la Invocación), establece una relación con toda la humanidad, que de otro modo no sería posible, y complementa su reconocida aunque inexpresada necesidad, uniéndose también con la Jerarquía espiritual, evocada por el deseo de la masa humana.
Una gigantesca meditación grupal se está llevando a cabo en numerosos y distintos sectores de nuestro planeta.
Todos aquellos que meditan y los grupos que reflexionan, están relacionados mutuamente por la unidad del móvil espiritual; buscan una estrecha colaboración y se esfuerzan por llevar su trabajo de meditación consciente o inconscientemente, a un estado de tranquilidad universal positiva, a fin de que el deseo espiritual sea llevado exitosamente adelante, y la recepción de energía espiritual sea una recepción unida.
Se está realizando un gran esfuerzo para obtener ese alineamiento mediante la plegaria, la meditación y la invocación individuales, que, a medida que se va fortaleciendo, puede servir a toda la humanidad.
Cada uno debe prestar ayuda, regular sus pensamientos y conceptos, cultivar un espíritu amoroso y emplear la Gran Invocación, mediante la cual estas energías y fuerzas espirituales – extremadamente necesarias– pueden ser invocadas.
Deben concentrarse sobre la Invocación, teniendo en cuenta el punto de vista de que personifica la intención divina y resume las conclusiones del pensamiento de Dios. Concentrar sobre ello el pensamiento meditativo y su poder reflexivo.
Descubrir la idea abstracta subyacente en toda Invocación. Esta allí. Utilizar sus frases como escalones para llegar a ciertos niveles mentales no alcanzados hasta ahora.
EL DESTINO DE LA HUMANIDAD
Estos pocos conceptos podrán servir para que la Invocación reviva en sus mentes y adquiera una nueva y vital vivencia. Está relacionada excepcionalmente con todas las creencias antiguas y verdaderas. Brinda esperanzas para el futuro y tiene suma importancia práctica para el presente. No se expresa en forma vaga y nebulosa. Expresa las necesidades fundamentales de la humanidad actual: necesidad de luz y amor, comprender la voluntad divina y terminar con el mal.
Demanda triunfalmente: «Que la luz descienda a la Tierra; que el Cristo retorne a la Tierra; que el Propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres; que el Plan… selle la puerta donde se halla el mal.»
Luego resume todo en éstas vibrantes palabras: «Que la Luz, el Amor y el Poder, restablezcan el Plan en la Tierra«. El énfasis siempre recae en el lugar de aparición y manifestación: la Tierra.
Habrán notado -al estudiar la Invocación- una estrecha relación entre la primera estrofa y la última; el destino de la humanidad consiste en ser el exponente de la mente de Dios, expresando por lo tanto inteligencia activa, motivada por amor y complementada por la voluntad.
El momento no ha llegado aún, pero si el sentido humano del tiempo es correcto y el adecuado deseo es suficientemente poderoso, por primera vez en la historia humana este destino puede ser reconocido públicamente e impeler a los pueblos, en forma creciente y voluntaria, hacia una actividad que es específicamente su propio destino. éste constituye también uno de los objetivos primordiales de la Invocación; su empleo constante producirá el incluyente concepto del desarrollo espiritual e impartirá la síntesis del pensar humano, de que hasta ahora había carecido.
A medida «que la luz afluya a las mentes de los hombres» el Plan divino será percibido con mayor amplitud y la voluntad al bien será más generalmente deseada e invocada.
Este gran llamado invocador es triple. Constituye la demanda de que afluya luz en el camino y en los lugares oscuros de la Tierra; también demanda más amor en el mundo, tal como lo expresan los hombres de buena voluntad y las actitudes humanitarias; finalmente es el llamado intuitivo, de los aspirantes y discípulos del mundo, para expresar la Voluntad de Dios.
La humanidad común instintiva, los hombres y mujeres de buena voluntad y los discípulos del mundo, están todos implicados en esta invocación, que introduce los atributos del instinto, de la inteligencia y de la intuición, incluidos todos en la Gran Invocación. Además, se ha de recordar constantemente esta fusión básica, la cual se está expresando ahora oralmente, y se ha de extraer aliento del acercamiento masivo a la Fuente de toda vida, amor y luz. Nada puede resistir la demanda unida de los hombres, en graduadas y apretadas filas, de todas partes.
El trascendental significado de esta presentación de un ejercicio de alineamiento, plegaria o invocación, cósmico, planetario e individual, consiste en que provoca, como resultado de su correcto empleo, una afluencia espiritual directamente al corazón de la humanidad, prove-niente de las fuentes más elevadas.
Lo excepcional de esta Invocación estriba en que realmente es un gran método de integración. Vincula al Padre, al Cristo y a la humanidad en una gran relación. Cristo puso siempre énfasis en la Paternidad de Dios, en sustitución del cruel, celoso y tribal Jehová. En el capítulo 17 del Evangelio de San Juan, (otra de las más grandes declaraciones espirituales del mundo), Cristo puso de relieve la relación de la con-ciencia crística con la conciencia de la Deidad misma. Vinculó el concepto del Espíritu con el hombre, plenamente desarrollado e inspirado por su alma, y la unidad subyacente que existe en todos los seres, en todas las formas y en el Padre. La Gran Invocación relaciona la vo-luntad del Padre, el amor de la Jerarquía espiritual y el servicio que presta la humanidad, en un gran Triángulo de Energías. Este triángulo tendrá dos resultados fundamentales: «sellar la puerta donde se halla el mal» y la realización del Plan de Amor y de Luz, mediante el poder de Dios liberado sobre la Tierra, a través de la Invocación.
Esta Invocación también es única, en el sentido que invoca simultáneamente los tres aspectos divinos.
Nadie puede emplear esta invocación u oración, para la iluminación y el amor, sin causar poderosos cambios en sus propias actitudes e intención en la vida: además, modificará el carácter y las metas y alterará la vida, haciéndola espiritualmente útil. «Como el hombre piensa en su corazón, así es él», constituye una ley básica de la naturaleza; la constante dirección de los pensamientos hacia esa necesidad de luz y perspectiva de iluminación, no puede ser ineficaz ni lo será.
Lo único que preocupa a la Jerarquía espiritual del planeta es que toda la humanidad aproveche la oportunidad espiritual, la cual se halla presente hoy en forma más destacada que nunca. Se nos ha la Gran Invocación, en estos momentos de oportunidad, para que la utilicemos en colaboración con Aquellos que la emplean en bien de la humanidad.
La Invocación no es propiedad de ningún individuo o grupo. Pertenece a toda la humanidad. Miles de personas de buena volun-tad en el mundo la recitan todos los días.
La culminación de esta continua demanda invocadora tiene lugar el día de la Luna llena de junio, (el plenilunio de Géminis a veces cae en mayo). Todo el mundo reconoce el momento del plenilunio, no siendo afectado por las diferencias del calendario. En ese día se recita si-multánea y mundialmente la Invocación, como un gran llamado invocador en bien de toda la humanidad.
El Festival de junio, tan característico de Cristo y que hace resaltar Su relación con toda la humanidad, en realidad abarca tres días, tenien-do cada uno una nota clave distinta:
1- La nota clave del Amor, en su sentido jerárquico -libre de todo sentimiento, emoción y énfasis personal-, un amor que se sacrifica y comprende, que actúa con fuerza y decisión en bien de la totalidad y no en favor de algún grupo o individuo.
2- La nota clave de la Resurrección, que acentúa la nueva nota de la vivencia, del Cristo viviente y de esa «vida más abundante» que la guerra ha hecho posible, obligando a retornar a los verdaderos valores.
3- La nota clave del Contacto, de una relación más estrecha entre Cristo y Su pueblo, entre la Jerarquía y la Humanidad.
Las palabras «nota clave» se han elegido deliberadamente y significan el sonido que precede a cada una de las principales afluencias del festival de mayo, dichas energías serán liberadas en una solemne ceremonia, en cada uno de los tres días. En esas ceremonias Cristo recita-rá, él solo, la Invocación; luego la Jerarquía, en conjunto, entonará esa estrofa que invoca luz, amor y voluntad al bien, (en cada uno de los tres días). El resultado de esta solemne invocación, durante tres días, será seguido por un día culminante, donde la Jerarquía, en forma unida y conducida por Cristo, pronunciará la Invocación, precediendo a cada estrofa su nota clave apropiada, entonada también al unísono.
Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.