LA CURA

En la actualidad, millones de personas necesitan cura. Se puede decir que son pocas las personas verdaderamente sanas en este planeta.
La atmósfera física y psíquica de la Tierra contiene muchos elementos contrarios a la evolución, de los cuales está impregnada desde tiempos muy remotos. Cuando recibe las energías constructivas del Sol y del universo, se origina una fricción debido a la pureza y a la elevada vibración que poseen esas energías.

La diferencia entre estas energías y los elementos contrarios a la evolución se manifiesta como conflictos, que a su vez se materializan como enfermedades. Por lo tanto, todos los seres que viven en la órbita material terrestre están sujetos a padecer enfermedades.
Pero cuando buscamos comprender lo que es la enfermedad, nos damos cuenta de que ella es algo independiente de nosotros. Aunque forme parte del planeta en el que vivimos y afecte a nuestro cuerpo físico, al mental y al emocional, no alcanza a nuestro ser interior, ya que este no es de naturaleza material. Una de las tareas de la humanidad consiste en disminuir la tendencia a la enfermedad, que impregna todo lo material. Y la forma de trascender los niveles de consciencia en los que las dolencias se manifiestan, es concentrarse en los niveles más elevados, no materiales, que son inmunes a ellas.
La humanidad en su conjunto no ha asumido su papel en la cadena evolutiva. En lo referente al servicio al planeta, el reino humano se encuentra atrasado con respecto a los demás reinos de la naturaleza. Por la belleza de las piedras preciosas, percibimos lo que el reino mineral ha realizado. Por la perfección de las flores, por la utilidad de las plantas y por su donación al nutrir a los demás reinos, vemos que el reino vegetal alcanzó un gran desarrollo interior. La humanidad, sin embargo, ha usufructuado, depredado, contaminado y servido muy poco al mundo en el que se encuentra.
Todavía nos falta tomar consciencia de lo que vinimos a hacer en la Tierra. ¿Habremos venido sólo para realizar obras materiales o para mantenernos prisioneros de emociones y pensamientos? ¿Nos corresponde sólo ganar dinero, procrear, construir un buen destino individual o familiar, ignorando la situación precaria de nuestros semejantes?
Concentrar la mente en el nivel intuitivo y en el espiritual nos exige reeducación. Durante épocas enteras nos habituaron a pensar sólo en enfermedades, a considerarlas nuestras rivales y a prevenirnos contra ellas. Adherimos a una especie de propaganda que sostiene las industrias de medicamentos y los sistemas de cura paliativos. Si contactamos niveles superiores de consciencia, niveles que están más allá de la mente, facilitamos la armonización de la voluntad humana con la voluntad espiritual. Para ello, uno de los primeros pasos es preguntarnos internamente: ¿Cuál es la voluntad superior? ¿Cuál es mi verdadera vida?
Las condiciones de la existencia material se vuelven cada vez más desequilibradas y eso nos impulsa aun más a procurar el verdadero camino, la realización de la voluntad espiritual. Tenemos un trabajo evolutivo que hacer, nos aguarda un amplio servicio al prójimo y al planeta donde habitamos.
Cuando el agua sacia nuestra sed; cuando una planta nos da oxígeno, belleza y calma, ¿cómo lo retribuimos? Cuando convivimos con un animal que espera todo de nosotros, ¿qué respuesta le damos?
¿Y qué decir de nuestra indiferencia para con los hermanos de nuestra propia especie, que aún viven en condiciones infrahumanas delante de nosotros?
¿Por dónde comenzar la cura? ¿No será por nosotros mismos?

De la Serie Síntesis de Charlas de Trigueirinho
Del libro: LA VIDA SE RENUEVA
Editorial Kier

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