sus estragos y sus saludables reemplazos
El síndrome de la «vaca loca» no es nada comparado con todo lo que pueden generar las «vacas cuerdas» a quienes se alimentan de ellas (en términos de porcentaje de población afectada).
Difícilmente pueda encontrarse en la Naturaleza algo más perjudicial para la dieta de un ser humano que todo lo que viene de la vaca y no me refiero sólo a la carne y sus derivados, sino también a la leche, quesos y otros lácteos; aclaramos esto porque es muchísima la gente que dejó o disminuyó mucho la carne creyendo que para compensar conviene comer más lácteos.

Las 100 enfermedades que los lácteos provocan (casi siempre sumando su acción con otras causas) toman desprevenidos a quienes creen estar haciendo algo más «natural» y «saludable».
También otro error muy común es el de reemplazar la carne por pollo. Aquella persona que crea que sin carne, lácteos y pollo no sabría qué comer es porque no sacó sus ojos del televisor para dirigirlos a la Naturaleza y apreciar la amplísima variedad de saludables alimentos que nos ofrece, a partir de los cuales se pueden hacer muchos tipos de dietas completas y muy disfrutables, previa capacitación básica.
Cereales integrales y sus subproductos, verduras de todo tipo, legumbres y sus múltiples derivados como la leche, el queso y la carne de soja; semillas, hongos, algas marinas, condimentos saludables, brotes, frutas frescas, secas, oleaginosas y huevo (preferentemente orgánico).
En forma optativa pescado de mar fresco y pollo orgánico (no de criadero sino de campo, alimentado con granos sin fumigar y no con alimentos balanceados, y libre de estrógenos que se le aplican para un rápido engorde; los estrógenos son hormonas de efectos cancerígenos).
Dos personas que trabajaban en un criadero hicieron la experiencia de darle a un pollo durante nueve meses el alimento balanceado que se suele dar por sólo dos meses hasta sacrificarlos. Alcanzó, según ellos, un tamaño impresionante, mostrando mucha agresividad al punto de tener que matarlo de un balazo y cuando lo abrieron, más que pollo con cáncer, era cáncer con pollo.
En ocasiones, a la vaca se le aplican barbitúricos para lograr mayor inducción enzimática. La carne roja se mantiene de ese color, en vez de volverse marrón como sería lógico, gracias a que a las medias reses, para que parezcan recién faenadas, se las coloca en recipientes con nitritos y nitratos que al combinarse con aminas de las proteínas de la carne forman nitrosaminas altamente cancerígenas.
El paté de foie auténtico se prepara intubando al ganso e introduciéndole grasas en grandes cantidades, que enferman su hígado de esteatosis hepática y este hígado artificialmente enfermado es lo que el mundo «disfruta» como paté de foie. De los fiambres es mejor ni hablar.
Las hamburguesas y salchichas, así como muchos embutidos suelen elaborarse con residuos de las carnicerías (en ocasiones también con gatos, perros, etc.) y carne en estado de putrefacción, que hace que los camiones que proveen esta materia prima a muchos frigoríficos suelan dejar un nauseabundo aroma a su paso y sean envueltos en una nube de moscardones antes de volcar su contenido en grandes piletones con lavandina para luego tratarlos hasta con sulfato de sodio que podría generar restos de ácido sulfúrico. Este conjunto sintéticamente descripto, inundado con saborizantes y colorantes entre otros aditivos, se convierte luego en lo que deleita a niños y grandes en conocidas casas de comida chatarra y en los típicos asados dominicales.
Uno podría preguntarse qué pasa con los controles oficiales sobre todo esto. Se han mejorado mucho últimamente, sobre todo en lo que hace a los productos de exportación, para evitar que los rechacen en destino. Las grasas de la carne y los lácteos (colesterol, etc.) favorecen la arterioesclerosis y el infarto, así como la hipertensión arterial y la constipación, concentrando la mayor parte de los 450 cancerígenos presentes en la dieta habitual. El 90% del DDT que come la población a diario viene concentrado en estos «alimentos». Aunque se elimine la grasa externa es imposible eliminar la grasa intramuscular y si bien es cierto que la carne argentina tiene menos grasa y que los lácteos pueden consumirse descremados (con algo menos pero no sin grasas), en realidad lo peor de la carne y los lácteos no son sus grasas ni sus innumerables aditivos, sino sus proteínas, algo imposible de eliminar sin que dejen de ser carne o lácteos (si es que se pueden llamar aún así, lo que las industrias depositan en nuestras mesas con ese nombre).
Esto sorprenderá a muchos pero cada vez queda más claro que las proteínas bovinas son más cancerígenas que el cigarrillo, favoreciendo casi todas las enfermedades autoinmunes, alergias y deficiencias del sistema inmunológico. Nunca o casi nunca un alimento por más perjudicial que sea puede considerarse como única causa de una enfermedad, aunque este tipo de proteínas juegan un papel importante en la generación de artrosis, gota, artritis reumatoidea, lupus, hipotiroidismo, asma bronquial, enfermedades infecciosas de todo tipo, diabetes, gastritis, hepatitis, osteoporosis, insuficiencia renal, psoriasis, acné, verrugas y otras enfermedades de la piel, várices, celulitis, fibromas uterinos, displasias mamarias, tumores benignos y cáncer de todo tipo y localización.
Con respecto a los reemplazos, existen análisis comparativos de aminoácidos esenciales, basados en publicaciones de la FAO (organismo dependiente de las Naciones Unidas) que demuestran sin lugar a dudas que la proteína texturizada de soja (con la que se hacen milanesas, por ejemplo) es de mayor valor biológico y de utilización neta de proteínas que la carne bovina.
La combinación de cereales y legumbres asegura aún más el aporte de proteínas completas dejando el pescado y el huevo como un complemento optativo. Hay algas como la hiziki y espirulina y condimentos naturales como el tekka (de venta en buenas dietéticas) que tienen entre 12 y 25 veces más hierro que la carne, por no hablar del perejil, el sésamo y un sinnúmero de fuentes vegetales con mayor contenido de hierro que la carne.
La vitamina B12 se obtiene saludablemente del miso (pasta de soja para condimentar la sopa), la levadura de cerveza y otros saludables alimentos fermentados y por supuesto del huevo, el pescado y el pollo orgánico.
Un dato muy importante: la carne aumenta la adrenalina y reduce la serotonina cerebral, lo cual pone agresiva, irritable, ansiosa, angustiada y depresiva a la persona que basa su dieta en ella, aumentando su apetito y sus deseos adictivos a lo que sea, según cada individuo (cigarrillo, alcohol, drogas, dulces, etc.).
Aquel médico o nutricionista que a los umbrales del año 2000 todavía defienda la carne, la leche y sus respectivos derivados o los considere indispensables, no debe ser atacado, sino informado; y si aún así sigue diciendo lo mismo, hay que recordar entonces las palabras que en 1898 escribió León Tolstoi:
«Sé que la mayor parte de los hombres, no sólo los que se consideran inteligentes, pero aún los que lo son y capaces de comprender los problemas científicos o filosóficos más difíciles, pocas veces pueden aceptar aún las más sencillas y obvias verdades, si esto los obliga a admitir la falsedad de conclusiones que han formado, quizás con mucho esfuerzo, conclusiones que los enorgullecen, que han enseñado a otros y sobre las cuales construyeron sus vidas».
Dr. Jorge Valentín Esteves