I CHING

I Ching significa «Libro de las Mutaciones». Es tanto un libro sapiencial como oracular. Como libro sapiencial nos guía para lograr nuestra armonía con el cambiante fluir de las corrientes universales, adaptándonos -activa o pasivamente, según lo dicte el tiempo dado- a los cambios, las mutaciones del acontecer (Tao = Sentido de la Vida = Ley Natural). «Lo inmutable es la mutación». Como libro oracular, provee un instrumento auxiliar para hallar esta posible armonía; una brújula virtualmente infalible para la orientación correcta. Entre ambos aspectos del libro no hay escisión alguna: es como si la faz sapiencial del libro correspondiera a su energía yang, espiritual, y la oracular a su energía yin, terrenal. Ambas se complementan formando una indisoluble unidad..

En su origen, el I Ching es un libro sin palabras. Es una sucesión finita de 64 signos (en chino kua) no idiomáticos con significados infinitos, a su vez en secuencia cíclicamente infinita; un perfecto sistema algebraico. Como tal su lectura, aplicación e interpretación es igualmente ilimitada y universal.

Gracias a su total abstracción, puede verse en él una síntesis enciclopédica de la realidad, desde los más diversos ángulos; puede interpretarse como una cosmogonía, como un sistema de lógica, o de matemática, en última instancia como una representación de la trama evidente del mundo, o más allá de ésta, como una representación de su trama secreta.

El texto verbal que se le adscribió y que llegó a nosotros -una de las infinitas traducciones verbales posibles de los signos- es una creación epistemológica humana inspirada en una visión metafísica de ese ciclo de cambiantes imágenes gráficas de significación omnivalente. Y como este texto verbal transmitido es una amalgama de sabiduría taoísta con los principios de la filosofía moral confuciana, se presenta virtualmente como un tratado de ética. El acatamiento de los principios éticos resulta condición sine qua non para que -en su función oracular- las predicciones puedan darse y los vaticinios puedan cumplirse.

Extractado de la Presentación de D.J. Vogelmann a su traducción al español de la versión del chino al alemán de Richard Wilhelm, Editorial Sudamericana.

En la literatura china se indican cuatro santos como autores del Libro de la Mutaciones: Fu Hi (figura mítica, 4000 a.C.), el rey Wen y el duque de Chou (padre e hijo, aprox. 1150 a.C.) y Kung Tse (Confucio, 551-479 a.C.). La hipótesis actualmente más defendida sostiene que los estratos más antiguos del texto, tal como los conocemos hoy día, tomaron su forma presente en el siglo anterior a Confucio. El I Ching constituyó para Lao Tse (600 a.C.) y Confucio su fuente principal de inspiración. Confucio mismo es el autor de cerca de la mitad del texto interpretativo de los signos que ha llegado a nosotros, siendo él quien instituyó el I Ching como fundamento ético, espiritual, social y filosófico de la cultura china, desde su trabajo como funcionario de Estado.

por Julia Muratorio

El I Ching es un libro sin palabras. Es una sucesión finita de 64 signos (en chino kua) no idiomáticos con significados infinitos, a su vez en secuencia cíclicamente infinita; un perfecto sistema algebraico

El I Ching como manual para el desarrollo personal

Para toda persona vinculada a los ritmos de la naturaleza, el tiempo está siempre ligado a una cualidad. Cada estación permite ciertas actividades, hace posible ciertos resultados e impide otros.
El ser humano es un tipo de flor. Y, así como cada especie se desplegará en un tiempo presiso y bajo determinadas condiciones, nosotros también. Hay plantitas que florecen en climas fríos y otras en momentos cálidos. Ese es su tiempo.
Pero también sabemos que las cosechas no dependen solo de la sucesión de las estaciones, sino de lo que hemos sembrado.

En La modestia, (hexagrama 15) el I Ching nos dice: «…Los destinos se guían por leyes fijas que actúan y se cumplen con necesariedad. El hombre, empero, tiene en sus manos el recurso de configurar su destino, y su éxito en ello depende de si se expone mediante comportamiento al influjo de las fuerzas cargadas de bendición o destrucción.»

Podemos decir que las lluvias incentivan tanto al trigo como los yuyales. Sus complejas cualidades activan arquetipos diferentes al mismo tiempo. Y cual de ellos se impondrá depende de nuestro estado de conciencia.
Es por eso que la utilidad del I Ching, no radica en su supuesto conocimiento del futuro. Sino en ayudarnos a comprender los cambios de cualidad que se producen en el presente, y cómo orientarnos, a través de ellas, en el camino de nuestro desarrollo.

La segunda línea de El entusiasmo (hexagrama 16) nos aconseja ser consiente de los movimientos en su fase germinal: «…Los gérmenes son el primer comienzo imperceptible del movimiento, aquello que primero se muestra como señal de de ventura (y de desventura). El noble ve los gérmenes e inmediatamente actúa. No se le ocurre aguardar un día entero…»

Cuando se conocen las leyes del cambio, estos pueden percibirce con anticipación. Las modificaciones son las tendencias imperceptiblemente divergentes que se tornan visibles y provocan transformaciones cuando llegan a determinado punto (esto podemos verlo en las líneas mutantes).

Para poder percibir las semillas de de una situación el I Ching nos enseña a mantener la calma y aquietar nuestro corazón en El Aquietamiento, La Montaña (Hexagrama 52). El Dictamen dice: «Una vez que el hombre ha logrado aquietarse así, en su interior, puede dirigirse hacia el mundo externo. Ya no verá en él la lucha y el torbellino de los seres individuales, y será dueño de la verdadera quietud necesaria parea comprender las grandes leyes del acontecer universal y el modo de actuar como corresponde. El que actúe partiendo de esta posición abismal no cometerá falla.»

Cuando comprendemos lo que sucede, podemos abrimos a la posibilidad de realizar nuevos movimientos, cargados de creatividad, evitar dolores innecesarios y deshacernos de ilusiones.

En La espera (Hexagrama 5) podemos observar que: «…Únicamente cuando uno es capaz de mirar las cosas de frente y verlas como son sin ninguna clase de autoengaño ni ilusión, va desarrollándose a partir de los acontecimientos la claridad que permite reconocer el camino del éxito.»

El dictamen de El pozo de agua (Hexagrama 48) expone como uno trabaja en la formación de su ser y lo plantea como «una fuente inagotable de la naturaleza divina de la esencia humana.» El sentido de El Pozo de Agua es nutrir, tanto a la sociedad como a los seres individuales. Bebiendo del agua que contiene, dado que se encuentra disponible a todos los que se acercan a él , se alimenta el espíritu. Poniéndo en contacto a los hombres con el «Agua Viva».
«El Agua viva» a la que se refiere este hexagrama, en el lenguaje antiguo significa «Verdad viviente». Es lo que hace que el hombre mire hacia adentro, en su interior, refiriéndose a lo que una persona, o grupo social, comprende y siente de si mismo, para poder dirigirse a su próxima etapa de evolución.

Las distintas líneas, del mismo hexagrama, nos muestra en qué situación o momento nos encontramos en referencia a nuestro desarrollo personal, nuestras creencias o a la relación que tenemos con nosotros mismos.
Este Signo pertenece al grupo de hexagramas que, junto a Las comisuras de la Boca (Hexagrama 27), La Espera (Hexagrama 5) y El Caldero (Hexagrama 50) se encuentran relacionados con la alimentación. Refiriéndose principalmente a la alimentación espiritual, ademas de la física.
En Las Comisuras de la Boca (hexagrama 27) el I Ching hace referencia a las ideas o creencias que alimentamos o que tenemos en cuenta para determinar y conducir nuestra vida. Habla de cómo nos expresamos y a que adherimos «así el silencio hace que las palabras que salen de nuestra boca no sobrepasen la justa medida y que tampoco sobrepase la justa medida el alimento que entra por la boca. De este modo se cultiva el carácter.»

En La Dificultad Inicial (hexagrama 3) el I Ching nos recuerda que si salimos a cazar, en un bosque desconocido, sin una guía (refiriéndose al sabio) nos perderemos.
Al consultar el I Ching de forma regular nos familiarizamos con su lenguaje. Paulatinamente conseguimos la claridad necesaria para que nos guíe a través de los tiempos confusos de nuestra vida.
De esta forma comenzamos a ser consientes de nuestro intuitivo conocimiento del Tao (sentido) como principio unificador. Este es un proceso lento y en su recorrido nos encontraremos con distintas instancias, algunas alegres y otras no tanto. De esta forma el I Ching nos anima a continuar cuando en el comentario de la quinta líneas de El Seguimiento (hexagrama 17) nos dice: «Todo hombre debe tener algo a lo cual seguir, algo que le sirva de estrella orientadora. Quien con convicción va en pos de lo bello y lo bueno, podrá sentirse fortalecido por esta sentencia.»

El crecimiento personal es como ir quitándonos capas de ropa de encima. Si estamos demasiado arropados nos costara movernos con agilidad.
El exceso de ropa que dificulta nuestro movimiento, son aquellas creencias, pactos o acuerdos que realizamos con nosotros mismos, y nos hacen responder a los acontecimientos de nuestra vida de una manera rígida, determinada o programada.

Cuando decimos «Siempre me pasa lo mismo» es porque siempre respondemos de la misma forma o desde el mismo punto de vista a los acontecimientos que nos rodean. Seguramente en un principio, nos sentiremos tan expuestos al riesgo como al frío. Pero en la medida que comenzamos a movernos con menos peso, deshaciendonos de viejos mandatos y creencias, nos volvemos más ágiles y flexibles con la mente abierta y desestructurada.

De esa manera vamos entrando en calor comenzamos a desplegarnos, dando respuestas nuevas, más creativas y por lógica consecuencia los resultados o las respuestas comienzan a ser otras.

por Laura Paradiso

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