INTRODUCCIÓN: Nos proponemos integrar distintos pensamientos propios y ajenos, que son los que me animan a sostener que hoy más que antes, el trabajo va a crecer en calidad y en cantidad. Entre otras cosas, por las fuertes contradicciones que el mercado, como ordenador de todas las relaciones, no resuelve. Así es que el 20 % de la población mundial posee el 82.7 % de la riqueza, sin que tan pésima distribución garantice al menos la solución del acceso a la comida, o al agua potable para la población mundial.
Este resultado evidente, no cuestiona ni a sostenedores ni a detractores del sistema de relaciones que el mercado privilegió. Ni se trata de negar las bases útiles de su existencia.
Pero sin duda, su actual preeminencia a escala global, presagia una fuerte apuesta para reforzar su vigencia en el futuro. Sin embargo, considero que el Paradigma del Mercado, deja tantos problemas sin solución y tantas preguntas sin respuestas, que quizá estemos conviviendo, no muy claramente aún, con varios modelos que se definen sobre principios que desactivarían cualquier Mercado. Por ejemplo: la escasez por la abundancia; la competencia por la integración; o la satisfacción de necesidades creadas por la oferta, por realización de un proyecto de desarrollo armonizando necesidades y principios.
En este sentido un filósofo contemporáneo, Owen Barfield, cercano a los 100 años de edad y dedicado al análisis de la Evolución de la Conciencia, sostiene que el proceso evolutivo de la humanidad ha transcurrido conforme al recorrido de una «U». El trazo Izquierdo en descenso describe la trayectoria hasta el siglo XIX, el pináculo del mundo materialista, alcanzando el punto más bajo de la hondonada de la «U». Ahora, hemos empezado a recorrer el camino de ascenso. La enorme diferencia es que estamos en condiciones de participar activamente en la naturaleza y el mundo, a diferencia de nuestros primitivos antepasados, que lo hacían en forma pasiva. Pero para ello, debemos tomar nota del poder que tiene nuestra imaginación para «crear» el mundo. Por eso, sostiene Barfield, «el destino del mundo no está en nuestras manos, sino en nuestras mentes». (l)
Si el principio de esta conciencia participativa, abarcativa, inclusiva es el desarrollo de la imaginación para crear. Cómo puede basarse en la simple idea de la escasez, cómo puede pensarse si estamos en este ascenso cualitativo de conciencia, que vamos a seguir siendo indiferentes sobre lo que sucede a nuestro alrededor. Si ambas preguntas tuvieran por respuesta un NO, entonces surge una nueva cuestión. Quién va a hacer que estas cosas pasen, cómo va a suceder, qué personas se van a dedicar a estas tareas. Pues estas pregunta son la base de la cantidad de Trabajo que nos espera.
CREER Y CREAR: La «normosis» es la enfermedad de creer que porque algo es normal (lo hace mucha gente) entonces está bien. Así fui testigo del esfuerzo de muchas organizaciones para definir los «máximos», los «mínimos», los «óptimos», en fin, las circunstancias de un proceso «normalizador» en las empresas. Que una vez establecido integraba la «biblia del hacerlo bien». Al contrario, pero como cara opuesta de la misma moneda, otras organizaciones ni siquiera realizaban esa tarea y se regían por el principio del tradicional uso y costumbre del «siempre se hizo así». Esta moneda tenía como principio su inflexibilidad, la escasa o nula participación del individuo y la poca o ninguna conciencia de valor del servicio que se prestaba. Radica aquí una de las claves del fracaso del proceso creador y comprometido del hombre en su quehacer laboral. Concepto que elaboran con tino los orientales, caracterizando a sus sociedades por ejemplo, por tener una de las tasas de desempleo más bajas del mundo.
Esto constituyó un sujetador del «espíritu humano» y daba a las personas pocas salidas a su potencialidad, no ofrecía integrados y armónicos caminos hacia su superación, ni muchos menos establecía modelos de desarrollo personal. Que no sea común no quiere decir que no sea bueno, y ello se ve en las buenas prácticas de ciertas organizaciones.
Por el modo en que se construía y por la manera en que se aplicaba, ponía en contradicción muchas veces el «hacerlo», con el «hacerlo mejor». Entonces las personas «normales» intentaban expresarse, pero el proceso era tan ingrato e inconducente, que resultaba más sencillo hacerlo como estaba «definido» que intentar algo nuevo. Aunque aquello no fuera ni «bueno», ni «humano», ni por supuesto mejor.
Cuál podría ser el máximo de esas pequeñas mentiras acumuladas. Pues en gran medida están a la vista. Los daños ecológicos del sistema de producción industrialista y de agotamiento de los recursos no renovables. La exacerbación del enfoque material de la persona en perjuicio de su desarrollo integral (Estrés, Sida o Cáncer) Y, en honor a la brevedad, la explotación de los opuestos como una forma de crear Mercados y Productividad de regiones o Zonas. Todas consecuencias naturales de una cultura no comprometida con Creer y Crear el Bien Ser, antes que el Bien Estar o el Bien Tener.
Tanto los costos que señalados, que incluyen dos guerras mundiales y una atroz guerra fría por el control del planeta. Como inversiones en armas tales que, con solo haberse destinado el 5% en forma sistemática, se podría haber terminado con el hambre y la Mortalidad Infantil en el mundo, entre otras cosas. Determinan un aspecto central del fracaso del modelo materialista y es lo que potencia las dudas sobre los que vendrá. Aquí encontramos la segunda clave en entender por qué, el Creer y Crear se juntan aún más, en franca trascendencia sobre Productividad y Consumo.
En definitiva, se trata de un nuevo salto cualitativo, de un cambio de conciencia, de un encuentro con el Dar. Nos encontramos frente al milagro de que «todo es posible» y esto no es simple retórica. Esa certeza instala al hombre frente a un grado de responsabilidad (responder con habilidad), nuevamente único en la historia de la Evolución.
Y aquí aparece la tercera clave o la idea fuerza que se basa en la capacidad de comprender a los sistemas como estrechamente relacionados entre sí y en función del servicio que les toca brindar, aún a título oneroso o gratuito y bajo la concepción del compromiso grupal, corporativo, comunitario y planetario. Este compromiso, incorpora una visión democrática de las Relaciones del Trabajo, flexible y de gran pertenencia con la comunidad que nos rodea. Sobre esta base, que no excluye a la oferta y la demanda, sino que la trasciende, es que debe entenderse el Creer y el Crear del subtítulo.
VOLVER A LAS FUENTES. Trataremos de ver que aspectos fueron definiendo al Trabajo en la Antigüedad para caracterizarlo y centrarnos en los principios. Para luego ver si con el acceso a los medios tecnológicos modernos, podrán ser posibles las hasta ahora «utopías de la humanidad», y si estas a la vez no constituirán una fuente inagotable de trabajo para el Ser Humano.
Tal vez resulte ilustrativo que cite aquí un párrafo del libro de Abraham Maslow, «El Hombre Autorealizado» en donde al dar su idea sobre las Ciencias Económicas sostiene:
«Puede presuponerse también que la teoría económica clásica, al estar basada en una teoría inadecuada de la motivación humana, podría ser también susceptible de una revolución mediante la aceptación de la realidad biológica de las necesidades humanas superiores, incluyendo en ella el impulso hacia la auto – realización y el amor hacia los valores superiores»
(El Hombre Autorealizado -A.M – Ed. Kairos – Troquel- Bs.As.1989)
Si de empleo se trata es bueno recordar que la palabra resulta en su explicación más profundamente etimológica deriva del inglés «Gob» que después se convierte en «job» que significa trozo y posteriormente se entendió como trozo de algo, en síntesis el empleo es solo «una parte del Trabajo» Había gran especialización y poco sentido de totalidad. A la gente le costó mucho tiempo acostumbrarse a los empleos: a dejar los ritmos naturales fijados por las condiciones climáticas o las temporadas de cosecha, o la simple temperatura del sol. Sin embargo adquiría un modo previsible de vida, con márgenes de seguridad en el salario y acceso a una renta futura (jubilación) y salud para él y su grupo familiar.
Aparentemente semejantes ventajas generaron las características de inflexibilidad y predictibilidad que aletargaron reflejos, iniciativas y desafíos.
Este modo o estilo es el que está desapareciendo y en consecuencia estamos en un punto crítico para ver nuestro horizonte. Por un lado apreciamos la libertad que nos es devuelta de golpe y sin preparación, pero por el otro extrañamos la identidad y sentido de pertenencia que nos proporcionaba el puesto o empleo. A tal punto que muchas veces confundíamos nuestro ser con nuestra ocupación (Soy cajero, soy abogado, soy jefe de personal).
En suma, uniendo el pasado y el presente, nos damos cuenta que hoy hacemos nuestros empleos, los renovamos, los recreamos permanentemente y los reinventamos cotidianamente. En este contexto, y tratando de encontrar una imagen que sintetice la cuestión, se podría plantear como una humorada, sosteniendo que tenemos una mala y una buena noticia. La mala es que el empleo se está acabando, la buena es que esto nos va a dar mucho Trabajo.
Para posibilitar este tránsito que no es sencillo, recomiendo algunas ideas para trabajar:
Obtener una visión de nuestro destino. Segundo, trazarse un plan radial y flexible con metas claras y tiempos de realización establecidos. Tercero, ser tan disciplinado en el cumplimiento del plan como si tuviéramos ese jefe que nos observa. Pero disfrutando la felicidad de no tenerlo. Desarrollar una fuerte intuición y establecer un sistema de información y consulta. No temer Dar. Es preferible la sensación íntima de haber dado el máximo aún fallando, que haber sido exitoso con una marca en la conciencia por reticente.Sexto, privilegiar el sentido de la sobrevivencia sin traicionar nuestros valores, ni principios, ni sueños.
Por último
una gran fe, en lo trascendente y en la capacidad superior del Ser Humano. Estoy convencido que tan magnífica creación que somos, no tiene por destino el simple tránsito por el planeta. Tenemos sin lugar a dudas una contribución única que hacer y la forma de realizarlo es a través de nuestro Trabajo en el sentido más amplio que seamos capaces de comprender.
CONCLUSIÓN. La primera meta que deberíamos fijarnos es Creer en nosotros. Con ello todos los errores de modelos o políticas, pueden transformarse en oportunidades de Trabajo.
Por otro lado la increíble capacidad tecnológica nos lanza a sustentar principios superiores, que abran las puertas de la realización de utopías tales como: las pequeñas comunidades auto – abastecidas, la asistencia individual, la educación del Ser, la asistencia social, el desarrollo de las minorías en los centros urbanos, el control del ecosistema, las ciudades submarinas, las investigaciones hacia el centro del planeta, el desarrollo de la Cosmos – Biología, el acceso al espacio, el desarrollo de la propia espiritualidad, el cultivo minorista de colectividades especializadas, las urbes satélites, el auto – trabajo, el trabajo en el domicilio… y todas aquellas que hoy ya existen y que yo ni siquiera imagino.
Y si de pedir se trata es que me animo a decirle a todo aquel que no esté seguro de conservar su posición sea esta de cualquier nivel, que pida coraje para cambiar, sabiduría para aceptarlo y comprensión para visualizar que ese cambio no es una calamidad sino un desafío de hacerse mejor y mejorar a los que le rodean.
por Lic. Raúl Esteban Miranda