Las Hadas o Fares corresponden a la misma corriente de vida que los «Elementales de la Naturaleza», sólo que con mayor evolución, ya que pertenecen al plano mental.
Descienden al mundo físico después de mucho tiempo en el mundo astral y mental, pues las frecuencias que se mueven en este mundo les produce mucho sufrimiento. Cuando lo hacen, están entre nosotros alrededor de 100 años. Trabajan en lo que se llama composición cromática, que es darle color a todo lo que existe. Sabemos que todo es energía. La energía tiene color, sonido y vibración.
Por lo tanto, todo tiene color; la velocidad de nuestros ojos nos impiden verlo, pero eso no significa que no exista.
Cada color, por ejemplo de una flor, significa una experiencia, una vibración que ese ser debe vivir; cuando alteramos su tono estamos perturbando su crecimiento, obligando a nacer nuevamente a ese ser en la tierra, hasta que viva el color que le corresponde.
Colaboran con el hombre trabajando sobre sus proyecciones mentales, controlan los elementos como fuego, aire y agua.
Elaboran sus cuerpos, según su evolución, no pudiendo ser más hermosos que lo que les corresponde.
Forman parejas, en las que se intercambia Poder. Son una expresión de esa frecuencia, por lo tanto para ellas el Poder es todo: alimento, recreación, amor. Dar y recibir Poder es la razón principal de su existir. Cuando forman una pareja que no les da el Poder que necesitan, sin rencores, ni peleas, siguen cada cual su camino.
Después que pasaron ese período de 100 años entre nosotros en diversas actividades, retornan al plano astral donde se preparan par manejar un elemento en forma específica. Entonces retornan por un período de 200 años como:
Son de una gran belleza. Ondinas (femenino), Wallanos (masculino). Aman el agua y se encuentran en sus profundidades, dirigen grupos de Minutes, que trabajan continuamente, guiando el agua por su cauce natural y hasta su salida al mar.
Nerenes (masculino), Ensines (femenino).
Son las que controlan las aguas del mar, sobre todo cuando hay tormentas, ya que sin su trabajo el efecto del agua en las costas sería devastador. Prestan gran ayuda al hombre, sobre todo en alta mar.
Miden alrededor de 5 cm. Permanecen l año en plano físico y 100 años en plano astral.
Trabajan en grupos y forman dentro de éstos, sub-grupos. Tienen ya un poco de conciencia y forman parejas. En las parejas de los elementales se intercambian poder.
Wallotes (masculino), Arienes (femenino).
Son las que controlan los vientos. Así como en el agua, hay canales invisibles para nosotros que corresponden a los vientos.
Cuando el aire se descontrola y produce una tempestad, causa estragos no sólo para el hombre sino también para las hadas que trabajaban. Esto se produce cuando elementales de baja frecuencia vibratoria atacan por sorpresa y logran derribar a las hadas que estaban dirigiendo al viento.
Son las más grandes en estatura.
Farisilles (masculino), Shallones (femenino). Dirigen el elemento fuego; lo controlan. Trabajan durante las tormentas, tratando de orientar los rayos cuando se producen. Después de haber cumplido el período terrestre dentro de su línea, se transforman en :
Farrallis o líderes en su área; trabajan como maestros.
Aspiretes son los ejecutores de los planes elaborados; controlan varios elementos.
Hiarrus son como una especie de gobernadores; elaboran los planes a ejecutar.
Ra-Arus es la máxima categoría dentro de la línea de los elementales y sería la misma que dentro de los humanos tienen los arcángeles.
Lo importante es que el hombre debe darse cuenta que detrás de cada cosa hay corrientes de vida trabajando; si lográramos unirnos, cuánto más fácil sería todo.
En cada casa hay hadas trabajando con las formas de pensamiento nuestras; no entienden nuestro idioma, por lo tanto tratan cada masa de energía emitida por nosotros sin tener en cuenta su calificación.
Si en nuestra casa se mueven energías positivas todos los elementales y hadas que habitarán serán positivos sino atraeremos seres que correspondan a lo que emitimos.
por Lic. Anacelis Castro
LOS SIETE YOES
Cada entidad, hombre, hada o miembro de otra evolución tiene siete yoes diferentes.
El séptimo, el sexto y el quinto son demasiado evolucionados para comunicarse con los terrestres. El cuarto yo alcanza un estado en el que puede trabajar con el pensamiento. El tercer yo trabaja en parte con el pensamiento y en parte con el cuerpo; puede ser visto por los que intentan ayudar. En el plano astral trabajamos con nuestros cuerpos pero empezamos a aprender el poder del pensamiento.
En el plano terrestre se trabaja con el cuerpo y el cerebro exclusivamente y si se toma contacto con los yoes se nos denomina inspirados.
El yo más elevado trata de controlar las acciones de los yo inferiores. El sexto yo está en contacto con el yo superior pero siempre está contactado con el quinto, el cuarto, etc. Cuando alguien hace contacto con su yo superior o con alguno de los más altos, abre su mente a conocimientos más allá de su capacidad en el cerebro físico en condiciones normales. Se abre a una sabiduría que generalmente no se puede creer.
ésta es la verdadera razón de una meditación, recibir conocimientos inaccesibles acompañados de éxtasis espiritual y belleza visible, pero la búsqueda de las verdades es el fin primordial de nuestro silencio y quietud. Cuando anhelamos alcanzar un estado de conciencia más allá de nuestra capacidad corriente, los que meditan generalmente entran en trance. En una meditación colectiva, hadas y hombres elevan sus pensamientos al más alto nivel posible para luego seguirlos. Si se está aún en un cuerpo físico se deberá aprender a liberar el cuerpo astral de su gruesa envoltura carnal antes de poder hacer esto. Las hadas no sufren este impedimento y siguen a sus mentes hasta donde sean capaces de llegar.
Todos deberíamos trabajar con una visión de largo alcance; en la Tierra la mayoría de las personas creen que se vive una vez, como un fogonazo en toda la eternidad. La idea de regresar una y otra vez para saldar deudas harto olvidadas puede parecer injusta, pero un pecado sea reciente o no continúa siéndolo y es parte de nuestro yo mientras no sea borrado sufriendo física o mentalmente un daño similar al causado.
Hadas y hombres deben mancomunar sus esfuerzos, aunque al hombre le cueste luchar si no ve el fruto del esfuerzo. Debe llenar el aire de pensiformas que las hadas harán crecer en fuerza y claridad y si además se esfuerzan en absorber su poder algún día las visualizarán.
Todas las hadas tienen la esperanza de que un día todos los humanos puedan ver y oír a las hadas, siempre presentes a su lado en sus jardines y en sus hogares.
«Las acciones y reacciones de las fuerzas angélicas, de acuerdo a leyes inmutables, crearon y continuaron sosteniendo todo cuanto existe en la Naturaleza; manteniendo a los planetas en su órbita y a las estrellas en su sitio a pesar del frenético torbellino del Universo.
Si el hombre obedeciese estas leyes la Tierra podría ser perfecta, pero su libre albedrío tiende más a violentarlas o violarlas que a cumplirlas. Ha demostrado ser más reo que rey. Ni con la ayuda de Angeles ni de Hadas podrá reformarse el hombre, sino por su propio esfuerzo personal; al colaborar con las Leyes Cósmicas hallaría su propia paz y ésta crearía la paz exterior.»
Extraído de «Un verídico cuento de Hadas»,
Daphne Charters, 1969